Hablar sobre Malvinas, implica una operación sutil, delicada. Esto es: la separación de la causa por la soberanía de la demencia militar de una dictadura agonizante.
Dicha empresa –la construcción de un nuevo relato- es un eje de acción de nuestro gobierno. Porque si no el riesgo es obvio: un sentimiento nacional de segunda mano, con algunos ribetes fascistoides.
Malvinas implica una historia extensa que pone en juego las políticas imperiales, colonialistas de Inglaterra, y que tiene su correlato en nuestras luchas internas: los modelos de país en disputa que se juegan en el agroexpotador y el industrial (por hacer quizá, una simplificación excesiva). Volvemos: Malvinas se puede pensar desde esas luchas y es ahí donde se inserta en el relato del nacionalismo popular, democrático y – hoy con una vitalidad contundente- latinoaméricano.
La construcción de un nuevo relato sobre Malvinas también incluye y de modo determinante a los soldados. Los cuerpos donde –trágicamente, salvajemente- la historia se escribió con sangre. Alguna vez un escritor de neto corte liberal, José Sebrelli, decía que los soldados de Malvinas eran meras víctimas de la dictadura militar. Esa perspectiva, aun con su cuota de verdad, menosprecia en un sentido el valor de poner el cuerpo. Nosotros los rescatamos, los podemos pensar como héroes pero –por supuesto- por fuera de los altos comandos militares cuyo fin político (legitimar el régimen sangriento en franca decandencia económica) condujo a la muerte de cientos. Héroes por fuera de la liturgia básica de patrioterismo militar rancio. Esa liturgia, no nos olvidemos, también fue la que rezaron los medios hegemónicos en su momento, los mismos que hoy defienden “la autodeterminación” de los kelpers.
En cuanto al conflicto, creemos, el rumbo y las herramientas son por demás adecuadas. La política y la diplomacia, el respaldo latinoamericano, son ejes por demás importantes. En paz, hacia la soberanía.
Para mañana, recomendamos desde este espacio un texto literario que da testimonio de la crueldad de la guerra de Malvinas, a través de un preciso desglose fisiológico: el cuerpo de los soldados, vueltos casi animales, perdiendo en el fragor del fuego su condición humana: nos referimos a Los Pichiciegos del novelista Rodolfo Fogwil. Acaso este texto también sea importantísimo para pensar el relato malvinense.
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